Veo a mí alrededor, te veo, me veo, veo la gente, y los transeúntes sin sonido ni pasión. Veo la ciudad, la que siempre me acoge, te veo de nuevo, caminando sobre el asfalto, entre el mundo basto y escaso. Soy una más de la ciudad, soy quien te ve, soy quien te dice todo y a la vez nunca te dice nada, soy quien te ama. Solo soy. Y las voces me cuentan de ti, de tus sueños, de tus días de tus mágicos besos, de tus besos, de esos que no so míos. Entonces me siento y el cielo se hace enorme, tan azul como siempre, no tengo con que capturarlo, ya no tengo nada que capturar, no tengo un cielo, no tengo un azul sentimiento, tan sólo no te tengo. Y esperaría toda la vida en este asiento, esperaría a tu lado, esperaría por ti, esperaría por algo tuyo: un día, un silencio, una palabra, aunque fuera un solo beso. Ahora sé que no hay nada, que los espacios de amor se perdieron, el aire se hizo hondo, el fuego desapareció, la luna no cubrió nada, ni nunca cubrirá. Que más puedo hacer, no más que decir. Te fuiste, llegaste, los segundos te capturaron, tu mirada se la robaron. Y ahí vas con los transeúntes, con la ciudad, con el asfalto, sin mi olvido, sin mi amor, sin mi beso, sin ninguna razón.
Laura Bustamante.
Ausencia que mata
ResponderEliminarHe visto el imponente universo de una subjetividad romantica por excelencia. Decantada en relatos de corte existencialista, aspectos autobiograaficos, pero indpendientes gracias al poder creativo de la literatura. Me recuerda a Kiergaard, el padre del existencialismo, hay una obra ue nunca olvido: Temor y temblor y diario de un seductor. El otro es Oscar White, con un texto escritodesde la carcel: "De profundis". Cesar Bustamante
ResponderEliminarVea usted, en ese universo la voz de Dios abandonó a Abraham [envió a un ángel a detener su juego], Juan destruye a Cordelia y Lord Alfred Douglas escoje el dinero, irnogando a su amor en prisión. Entonces, un espacio de ciudad en un universo de abandono cruel, ¿cierto? Qué naturaleza la humana.
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