A veces la tomo de la mano, la abrigo con mi cuerpo, la beso en los silencios, le digo que la amo, le pido que no deje de amarme, le escribo el cuerpo, le hablo en lo oscuro, en lo claro, en el vaivén de los días que van siendo consumidos y son a través del tiempo murmullos de la gente, espesos pasajes del viento.
A veces me escondo en sus historias y allí me visto de mil personajes que sienten y se aventuran en mis mismos pensamientos, entonces ella me rescata y me embarca en sus propios sueños en aquellos anhelos que hablan de los dos, que hablan de viajes, de cielos con nuevas estrellas, que hablan de otras gentes, de otras palabras de otros poemas.
A veces me duermo a su lado, y en su olor de primavera me olvido de mi ser, a veces pienso en escaparme para siempre con ella y ser en la lejanía de esta atmósfera como los aires costeros que se envuelven y viajan eternamente sobre las olas de mar.
Todos los días bajo su caminar de paz la veo, todos los días bajo sus palabras de amor la escucho, todas las noches bajo su dormir de ensueño la pienso. Todos sus escritos, todos sus besos, todas sus imágenes, todo en ella, como las noches y las mañanas de comienzos y finales fuertes y arrulladores, fríos y cálidos, extraños y aventureros. Todo en ella, como mi prosa y mi poesía, como los versos de mis canciones, como mis ganas de fugarme. Todo en ella y yo a su lado, en sus pasos, en sus silencios, en sus historias, en su mas hermosas aventuras, en su olor a primavera, siempre olvidado de mi ser.
Laura Bustamante
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